sábado, 3 de agosto de 2013

¡Feliz cumpleaños mi joven compañera!

¡Cuanto tiempo ha pasado desde nuestro primer año de Filosofía en Caracas! Pero el diabólico Facebook, moderna Celestina de románticos encuentros, ha querido ponernos de nuevo en contacto.

El texto que publicaste me llenó de dicha. Me emociona lo que dices y cómo lo dices. Permíteme que tan lúcidos pensamientos, tan bellamente expresados sean el tema de una clase para mis alumnos.

Has cambiado mucho, pero sigo viendo la jovencita rebelde y entusiasta de entonces y esa dulzura, que sin proponértelo, reflejaba tu rostro aún no ha desaparecido de mi mente.

Mi timidez y aquella nefasta noticia, con la que se abrió el periódico local, que nos sobrecogió a todos, me impidió hacerte saber mis sentimientos hacia ti.

Si aquellos días, llenos de lucha y esperanza se truncaron, ahora, me gustaría decirte, querida niña, que han renacido en mí los sentimientos de entonces, que permanecieron anestesiados por la distancia y el tiempo.

La idea de poder verte pronto me llena de alegría.

Por cierto, al terminar la clase en uno de los cursos se acerca una alumna y me pregunta de dónde te conozco. Se llama Carina Silva, me dice que sos la mejor amiga de su madre.

!Feliz cumpleaños mi joven compañera, mi amor secreto!

!Hasta muy pronto!

Roberto

Mariángeles Fernández C. 

Aquella música de aquel día…

De repente, la caja negra del avión se abrió saliendo de ella, envueltas en un mar de lágrimas, todas mis emociones. 

El contacto conmigo misma fue tan inesperado como brutal.

Aquella misteriosa y mágica música de aquel día desencadenó la tormenta.

Mis lágrimas, como un tsunami bondadoso y necesario, fueron arrasando cada uno de mis recuerdos, los bellos, los menos bellos, los dramáticos, los tiernos, todos, se los llevó todos, también tus mentiras. Sólo quedaron árboles caídos, trozos de vidas rotas, fotos mojadas a medio enterrar en la arena….

Un paisaje desolador, pero por fin… el silencio, la paz y a empezar de nuevo.

¡Cuánta energía necesito para ello!

Quizá si pudiera volver a escuchar aquella música de aquel día...


Mariángeles Fernández C.

jueves, 1 de agosto de 2013

Hoy he pasado en esta pieza horas felices

Hoy he pasado en esta pieza horas felices...

He visto salir el sol y con él me he concedido un deseo.
He rebuscado entre mis notas su teléfono y he derramado el café en el intento.

"Tranquila, te está esperando".

A través de la ventana he visto a alguien que me llamaba,
agitaba los brazos delante del arbol, y parecía querer imitarlo.
Me he escondido nerviosa bajo el escritorío cerrando los ojos
y he esperado unas horas hasta que ha caído el sol.

Entonces he vuelto a asomarme y ya no estaba,
y mirando el vacío he recordado quién era y he sabido que había venido a buscarme.
Por un instante he creído ser feliz eternamente.

"Se ha ido. Qué importa"

Este es mi sitio. Esta habitacion color vainilla y olor vainilla.
He vuelto a mi escritorio y he encontrado su telefono esta vez sin mucho esfuerzo.
Pero ya no lo necesitaba. Ya sabía cual era mi sitio.

Y así me he escondido de nuevo bajo el escritorio.

Natalia Ballestero



Y fijamente se miraron

Y fijamente se miraron
y preciso en ese instante supieron que querían pasar el resto de sus vidas juntos.

Como una revelación mágica, casi ilógica
que solo esos dos corazones son capaces de apreciar.

Se dieron la mano y comenzaron a caminar.
El viento fuerte, que viajaba alto desde los Pirineos
sirvió de impulso para que no cayeran si alguna vez tropezaron.

Juntos descubrieron muchos lugares.
Saltaron, rieron, lloraron y se abrazaron en muchas ocasiones.
Supieron amarse y el resto fuimos testigos de que ese amor era cierto, inequívoco y verdadero.

Y así construyeron su casa
y la llenaron de familia y amigos con los que siempre pudieron contar.

Y yo les vi.
Y hoy les veo.
Feliz por ellos, acompañándoles en este viaje que ya es eterno.


Natalia Ballestero